Grândola, vila morena Terra da fraternidade O povo é quem mais ordena Dentro de ti, ó cidade Dentro de ti, ó cidade O povo é quem mais ordena Terra da fraternidade Grândola, vila morena Em cada esquina um amigo Em cada rosto igualdade Grândola, vila morena Terra da fraternidade Terra da fraternidade Grândola, vila morena Em cada rosto igualdade O povo é quem mais ordena À sombra duma azinheira Que já não sabia a idade Jurei ter por companheira Grândola a tua vontade José "Zeca" Afonso
Conciben la vida como una partida de ajedrez. La existencia es un cálculo. No duermen; no aman. Nacieron con el corazón manchado, sin luz en la mirada, y viven al acecho, welcome mister, congratulations! y viven acosados por el color de las circunstancias. Les sobra astucia, saben elegir el momento oportuno, las palabras adecuadas, el tono conveniente, el ademán preciso, halagan, mienten, se desprecian, estudian, aparentan, buscan el fulgor de las cámaras, la estridencia, flash sonríe flash posa flash resplandor efímero okey! trepan peldaños, se van por las ramas, buscan las lentejuelas de la fama, leen informes reservados, sonríen, visten a la moda, buscan sus nombres en las crónicas sociales, corren, husmean el aire, por las dádivas trotan, escriben en los diarios, avanzan, retroceden, sonríen, son discretos, solicitan audiencias, dan consejos, afinan la puntería, disparan, van a misa, son como los gatos, saludan, dan la mano, siempre caen de pie, aclaran la voz, ejem, la impostan, la modulan, piensan dos, cien, mil veces, no duermen, como los búhos, piensan, viven agazapados en el color, en catedrales sombrías y vacías. A su paso se abren las grandes puertas de la nada. Los camaleones invaden las catedrales Pedro Shimose
He vuelto ahora, sin saber por qué, a estar triste, más triste que un tintero. Triste no soy o, si lo soy, no sé la maldita razón porque no quiero. He vuelto ahora, sin saber por qué, a estar triste en las calles de mi raza. He vuelto a estar más triste que un quinqué, más triste que una taza. Estoy sentado ahora en un café y mi alma late, late de sed de no sé qué, tal vez de chocolate. No quiero esta tristeza medular que nos da un golpe traidor en una tarde. Pide cerveza y basta de pensar. El cerebro está oscuro cuando arde. Carlos Edmundo de Ory
Por qué guardo silencio, demasiado tiempo, sobre lo que es manifiesto y se utilizaba en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes, solo acabamos como notas a pie de página...