domingo, 17 de abril de 2011

Apuntes para una antología



Cuando, hace unos días, Alfonso Parra me llamó para decirme que presentaba en el Ayuntamiento de Villarrobledo el libro con la Antología de sus versos (1960 –2010), lo primero que pensé fue: ¡Gran noticia! (porque la publicación de un libro es siempre una celebración, y, si es de poesía más)
Después me dijo: ¿Que te parece si lo presentas tú? Naturalmente dije que si (es un privilegio), pero luego pensé: ¡Valla el maestro me ha puesto deberes, habrá que hincar los codos!
A ello me puse, y tras mucho discernir, me di cuenta de que la tarea, complicada de por sí, estaba saliendo sola:
Trabajar sobre el disfrute no es trabajar.
Además, no soy yo el adecuado para hacer la disección anatómico-lingüística, cual académico de sillón, aunque sea con tipografía minúscula; ni el arquitecto que debe encontrar la “clave de cúpula” de la obra catedralicia de Alfonso Parra.
(Tómese lo de catedralicio en la acepción que se quiera)
No.
Entiendo, quiero entender la obra de Alfonso Parra desde el placer, desde el desgarro, desde lo profano –que no profanador-, desde el otro y su otredad, desde el amigo (si me lo permites…), desde el simple lector que se emociona con el verso cuando este es incandescente.
Y cito de Las piedras en la espada (2009):
“Un verso es un quebranto, un ritmo y un vaivén desencontrado,
un trallazo de nada puesto a sobrevivir en la esquina del miedo…”
y continua
“Tampoco poesía eres tú ni el vacío de tu sombra larga, ni la palabra “Dios”, ni el orgasmo que te sabes.
Aunque es posible que, con algo de todo este material; la fragua y el yunque, hagan un poema incandescente…”
Condensar, seleccionar, elegir, descartar lo escrito durante 50 años para que “se nazca” en un solo libro es una ardua tarea de la que me gustaría llamar la atención, de forma especial, sobre la obra más reciente en ella recogida.
En primer lugar por destacar la enorme dificultad que supone el reanudar la tarea creadora tras 10 años de un silencio paciente, y después por ese “punto y seguido” al que nos remite su lectura.
Si la poética de Alfonso Parra siempre se ha carazterizado por su intensidad vital y creadora, este “retomar”, sugiere una serenidad de pensamiento, un “brindar por estar vivos”, una aceptación sublimada del presente, que sin renunciar a su identidad, explora otros recovecos íntimos, del deseo, de la existencia.
Hay un “reposamiento”, un mirar a su tierra y su paisaje de piedras y mieses, de águilas y cielos, de batallas ganadas y perdidas…
Porque, como dijo Ángel González:
“Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego…”
O, como dijo Blas de Otero:
“Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos...”
En la, por así decirlo, etapa anterior, en El corte transversal (1992-97) Alfonso nos decía:
“La poesía nace cuando el rescoldo herido ha anunciado su muerte: avanza hacia atrás limpiando, confusa, la desaparición … que no soporta”
Ahora, en El canto y los dientes (2009)”
“No es posible que quepa en la duración lo que sólo se vive sin más.
la repetición no es propia de la vida;
y lo que no se repite, no dura para siempre y si dura es porque está permanentemente muerto…”
No se puede vivir sin más, hay que:
Afrontar el otoño como si fuera primavera.
Desmontar las canterías para saber sus junturas.
Tender al sol las sábanas de nuestro interior.
Aderezar versos con las especias de lo vivido.
Ser soldado o guerrero o centinela y no morir por ello.
Cernirse alto, con las poderosas garras preparadas para atrapar el ser…
Esto es lo que yo encuentro en la poética de Alfonso Parra.
Sobre la persona que puedo decir sino utilizar las palabras que, sin duda, ya conoces:
He compartido muchas noches, y días.
He aprendido muchas cosas.
He descubierto la pintura como destrozo.
He descubierto la poesía como ejercicio de la inteligencia.
He entendido que el arte es “para nada”.
He visto el sufrimiento existencial.
He asumido la exigencia en la creación.
He asistido al espectáculo del conocimiento.
He sido testigo de la memoria enciclopédica.
He visto la blancura devastadora del lienzo.
He sido más yo gracias a ti: Alfonso Parra
Que sirva esto como corolario y antesala de lo importante: los próximos 50 años de poesía de Alfonso Parra.

Fernando Arocena
Villarrobledo 15 de abril de 2011















   
Pedro Antonio Ruiz Santos, Alcalde de Villarrobledo y presidente de la Diputación de Albacete, Alfonso Parra y Fernando Arocena. (De iz. a dcha.)


Maria Parra Peñafiel.
Alfonso Parra.


4 comentarios:

  1. En estos días la he leído varias veces y sigo estremeciéndome cada vez que releo tu nota personal...

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  2. Alfonso Parra, pintor y poeta21 de abril de 2011, 12:34

    Fernando, algo tendré que decirte. Por eso, porque no es necesario. Tu nota personal que es el logro, después de tantos días y noches de lienzo debastador de blancura,de ejercitación de la amistad y la simple palabra con estrías.
    Todo esto, claro, ha dejado un salterio de gemas inmombrables y un abrazo a tu presentación.

    Alfonso Parra

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  3. No me cansaré de decir que es un privilegio, la fortuna -que no la suerte- de poder estar y de seguir siendo.
    Un abrazo a ti y a tu familia.

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  4. María Parra Peñafiel, pianista22 de abril de 2011, 0:08

    Pocas veces se da la magia de una manera tan exquisita, reuniendo la música y la poesía ,como el pasado día 15 de abril en Villarrobledo.
    Un abrazo a mi padre, otro a Fernando.

    Mría Parra

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